La vivienda de una persona con la enfermedad de Alzheimer u otra demencia tiene que irse adaptando progresivamente a la situación de éste, para facilitar y favorecer su funcionamiento diario y el de su cuidador/a.
El entorno debe ser sencillo, estable y seguro, con lo que facilitaremos su autonomía y haremos más agradable su vida y por ende, la de su cuidador/a.
No haga demasiados cambios a la vez en su entorno, sólo los necesarios para su seguridad y comodidad, así como para la tranquilidad de la familia. Los cambios han de ser muy progresivos y adaptados a cada fase de la enfermedad, no se anticipe a los cambios si estos no se consideran realmente necesarios.
Hay que procurar que la vivienda esté siempre bien iluminada, sobre todo por las tardes ya que en algunas personas aparece el denominado “Síndrome de exacerbación nocturna” (Sundown Syndrome): exacerbación de los síntomas o del estado confusional al caer la tarde, aunque en algunos casos también puede suceder al amanecer.
Tenga precaución con las ventanas, balcones y puertas, siendo conveniente disponer de medidas de seguridad para que si se asoma no corra riesgo de caída (topes de apertura, barandas elevadas, etc.) o evitar que salga de la vivienda solo (especialmente si ha tenido episodios de desorientación en la calle).
En distintos lugares de la casa suelen haber espejos, tenga en cuenta que si la persona enferma no se reconocen en el espejo, puede asustarse o alterarse al ver la imagen reflejada e incluso puede discutir con esa “persona” que no reconoce, en estos casos es conveniente retirarlos o taparlos.
El dormitorio