Cáncer de cérvix
El cáncer invasivo de cérvix es el segundo más frecuente entre las mujeres, con aproximadamente 500.000 nuevos casos al año en todo el mundo.
El test de Papanicolau o citología cérvicovaginal sigue siendo la prueba más adecuada y empleada para el diagnóstico de lesiones precursoras de cáncer de cuello uterino, frente a otras pruebas disponibles en la actualidad. La aplicación de los programas de cribado realizada de forma eficaz, ha demostrado ser efectiva en la reducción de la incidencia y mortalidad por cáncer de cuello uterino en todo el mundo.
Diagnóstico precoz
El cáncer de cuello de cérvix o cuello de útero es uno de los pocos cánceres que se pueden diagnosticar precozmente, es decir, antes de que la mujer aprecie algún síntoma.
El útero forma parte del aparato reproductor femenino. Es el órgano donde crece y se desarrolla el feto.
Tiene forma de pera invertida y está situado en la pelvis, entre el recto y la vejiga. Está formado por dos partes: la zona más inferior, situada en el interior de la vagina, llamada cérvix o cuello del útero por ser de forma más alargada y estrecha y la parte más ancha, situada por encima del cuello, se denomina cuerpo del útero.
Dicho cuerpo del útero está constituido por dos capas. La más interna se denomina endometrio. Por fuera de ella se sitúa la capa muscular o miometrio, que es la que realiza las contracciones del útero durante el parto.
El cuello del útero cuelga en el interior de la vagina. La mucosa que lo recubre está en contigüidad con la vagina y se denomina ectocérvix, mientras que la que recubre el conducto o canal cervical, que lleva hasta la cavidad del cuerpo uterino se denomina endocérvix. La mayoría de los tumores aparecen en la zona de unión del ectocérvix y el endocérvix.
La gran mayoría de los cánceres de cuello de útero se desarrollan a partir de cambios premalignos en las células, por lo que existen dos maneras de evitar la enfermedad: por un lado, se pueden prevenir las lesiones premalignas y por otro lado, detectarlas y tratarlas antes de que estas lesiones invadan en profundidad.
Es importante que pida asesoramiento a su medico sobre la manera más adecuada de disminuir el riesgo de contagio del papiloma virus.
Estos pueden causar verrugas o papilomas. Existen algunos tipos de virus papiloma denominados de alto riesgo que infectan los genitales tanto masculinos como femeninos como el VPH 16, 18, 45, 56 y otros, que pueden causar cáncer en el cuello del útero. Estos virus se transmiten de persona a persona durante las relaciones sexuales.
Actualmente, no existe un tratamiento eficaz para la infección por estos virus. Sin embargo, las verrugas, papilomas o cualquier crecimiento anormal causado por estos virus puede ser tratado eficazmente, con lo que se disminuye el riesgo de cáncer.
Es importante resaltar que la mayoría de las mujeres con infección por VPH no desarrollarán un cáncer de cérvix. Generalmente la infección desaparece sin ningún tratamiento, gracias a que el sistema inmune de la mujer ha sido capaz de destruir los virus.
La infección por VPH puede estar presente durante años sin causar ningún síntoma.
Detección de las lesiones premalignas
Las revisones habituales y la realización regular del test de Papanicolau o citología cérvico-vaginal permite el diagnóstico de las lesiones premalignas, de tal forma, que su tratamiento evita que éstas evolucionen a lesiones invasivas.
El test de Papanicolau o citología cérvicovaginal sigue siendo la prueba más adecuada y empleada para el diagnóstico de lesiones precursoras de cáncer de cuello uterino, frente a otras pruebas disponibles en la actualidad. La aplicación de los programas de cribado realizada de forma eficaz, ha demostrado ser efectiva en la reducción de la incidencia y mortalidad por cáncer de cuello uterino en todo el mundo, aunque ninguno ha logrado erradicar totalmente la enfermedad.
El test de Papanicolau es una prueba sencilla, no dolorosa que se realiza durante el examen ginecológico de rutina. Mediante una espátula se obtienen células del fondo de la vagina y del ectocérvix. Con un pequeño cepillo redondeado se toman células del interior del cuello.
Las células así recogidas se depositan sobre un cristal especial denominado portaobjeto, que será enviado al laboratorio para analizar la muestra al microscopio.
Para evitar el mayor número posible de errores es importante que la mujer siga una serie de recomendaciones antes de acudir al ginecólogo para realizar esta prueba:
Evitar las relaciones sexuales en las 48 horas previas a la realización del mismo.
Evitar lavados vaginales en las 48 horas previas.
No utilizar espermicida u otras cremas vaginales 48 horas antes del test.
La prueba ha de realizarse entre periodos.
Se recomienda la realización de este test en mujeres que sean o hayan sido sexualmente activas que no hayan sido sometidas a histerectomía o lo hayan sido por cáncer de cérvix o por lesiones premalignas, con edades comprendidas entre 25 y 65 años (recomendación de la CE). El límite de edad superior dependerá de si las dos últimas citologías son normales.
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