Hoy en día muchas parejas deciden separarse o divorciarse y optan por reconstruir sus vidas junto a otra persona. Cuando hay niños por medio, la cosa puede complicarse un poco. ¿Cómo viven ellos la presencia de esa nueva persona? ¿Cómo deben los padres tratar las distintas reacciones que pueden tener sus hijos ante esta nueva situación? ¿Cuál es la mejor manera de presentar la nueva pareja al niño? En definitiva, ¿cómo debemos hacer las cosas? Ante todo con mucha paciencia, cariño y comprensión.
- Dejar pasar un tiempo después de la separación antes de presentarle a la nueva pareja. De esta manera se habrá hecho ya a la idea del divorcio, lo habrá elaborado psicológicamente y no verá tanto a esa persona como un rival en su relación con su padre o madre, de manera que podrá aceptarla con más facilidad.
- No hay nada peor que presentar a la nueva pareja provocando un encuentro “casual“, sin haber hablado de ella previamente. Es preferible que antes de que se conozcan físicamente se les haya hablado de ella, explicarles cómo es, de qué la conocemos y por qué queremos que ellos también se vean.
- Los primeros encuentros deben ser relativamente breves y mejor en un lugar que no sea la propia casa: una comida, un paseo, una tarde de cine, procurando que se cree un clima de distensión.
- No debemos impedir que pregunten todo cuanto quieran a la otra persona, están en su derecho de saber quién es y cómo es, y de hacerse su propia fantasía sobre ella.
- La edad del niño es un factor importante a tener en cuenta; los más pequeños aceptarán más fácilmente una nueva relación que los de más edad. Los adolescentes son quienes pueden presentar más rechazo.
- Dejarles muy claro que, aunque esta persona es el nuevo compañero/a de papá o mamá, con quien se vive y a quien se quiere actualmente, ellos continúan teniendo a los papás de siempre y que no van a perder su afecto y atención.
- No establecer comparaciones para hacer más simpática la pareja a los ojos de los niños. Por ejemplo, evitar decir cosas del estilo: ¿A qué cocina mejor que mamá?, ¿Has visto que cochazo tiene?
- La presencia del padre o madre que no viven con el niño debe ser respetada y tener un cierto lugar, tanto en las conversaciones, como a través de fotografías u otros recuerdos.
- Es fácil que durante los primeros tiempos los niños se opongan diciendo “Tú no eres mi padre (o mi madre)”. Ante este tipo de frases descalificativas, conviene responder serenamente diciéndole: “Es verdad, no soy tu padre (o madre), pero a él o ella le gusta que las cosas las hagas así y yo también creo que es mejor”. De este modo, sentirá que nadie rivaliza con nadie y se respetan los lugares.
- No es extraño que puedan aparecer sentimientos de culpabilidad si se encuentran bien con la nueva persona, igual que muchos adultos sienten que se ocupan más de los hijos de su nueva pareja que de los suyos propios con los que no convive.
- No caer en el error de sobreproteger a nuestro hijo ni sentir que debemos compensarle por este cambio por que está pasando. Lo que necesita en estos momentos es tu apoyo y comprensión, no tu permisividad, compasión o culpabilidad. Ahora es cuando más necesita referencias y esquemas claros.
- Procurar dar un trato individualizado a cada miembro de la familia, evitando hacer comparaciones entre los hijos de ambas partes. Considera siempre cada situación como única, aunque no hay que olvidar que debemos seguir siempre una misma línea educativa y coherente.
- Desde el principio, delimitar claramente cuál es su espacio físico. Cada hijo de ambas parejas debe tener su habitación, cama, mesa de estudio, etcétera… Los niños necesitan tener intimidad, un lugar dónde poder aislarse.
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